
El principio del paseo
Dicen que hay historias que se cuentan solas. La mía no. La mía se cocina a fuego lento, se madura con tiempo y se sirve sin prisas, como las carnes que pasean conmigo por los caminos de A Fraga.

Me llamo Lino Fervenza. Algunos me conocen por lo que fui, otros por lo que soy. Fui futbolista profesional, sí. Pero no fue en los estadios donde encontré lo que de verdad me mueve, sino entre piedras viejas, brasas vivas y conversaciones de sobremesa. En esta casa —la de mi abuelo— entendí que la comida no es solo alimento: es excusa, es refugio, es relato. Aquí nació A`De Lino. Aquí sigo cocinando lo que vivo.
Durante años, servimos tapas con ilusión, sin especialidad, sin disfraz. Pero había algo que me incomodaba. No era suficiente. Yo quería saber más, hacer más, contar más. Por eso me lancé al mundo de la carne, y ahí encontré mi lenguaje. La carne —cuando es de verdad— habla. Yo solo aprendí a escucharla.
Y ahí nace El Hombre que Pasea las Carnes. No como personaje, ni marca. Como forma de estar en el mundo. Porque paseo las carnes como paseo mi historia: con respeto, con orgullo, con la curiosidad de quien siempre está aprendiendo. Las selecciono personalmente, me las traigo, las maduro aquí. Las mimo. Las cuento. Las sirvo con nombre y origen. Porque si no sabes de dónde viene lo que comes, ¿cómo vas a saber a dónde te lleva?
Este blog es mi voz cuando no estoy en la sala. Es mi libreta de campo. Aquí compartiré las historias que no caben en el plato: los viajes buscando la mejor rubia gallega, las charlas con ganaderos que no tienen Instagram, los fallos, los aciertos, los nervios antes de que llegue una mesa nueva.
Hablaremos de carne, claro. Pero también de familia, de paisaje, de brasas, de recuerdos, de silencios que se llenan con vino. Este no es un blog técnico. Es un blog sincero. Como yo.
Si has llegado hasta aquí, gracias. Estás invitado a este paseo. Uno que no termina nunca, porque la historia —como la carne— siempre sigue madurando.